Damian cuellar

El regreso.

Anduve por caminos de piedra desiertos, entre la maleza densa de mis pasos, di tumbos en la nieve perpetua de la cordillera, y cabalgué entre la tenue sombra de la noche.

 

Bajo las corrientes del frío glacial, perdí mi alma entre barajas densas de olvido. Y mi piel que en otro tiempo florecía con la primavera, y mis manos que recorrieron la arena del mundo, y mis suspiros que llenaron el aire con una soledad densa de otoño, ¿Dónde están ahora los cantos de la vereda?

 

¿Dónde están lo que en otro tiempo encendía mis parpados? Todo se consume, incluso mi pecho, el cual creí impune a la nostalgia densa de los años.

 

Y ahora que caigo en la densa bruma,

Cuantas horas y cuantos nocturnos, para olvidar mi nombre,

Mi patria, estuvo entonces, entre viejas cabañas de piel,
era un pequeño universo donde siempre moría la luz.

 

Entonces retorne a mis orígenes de barro y tierra cultivada de lombrices, regrese de viejos palacios oxidados, construidos entre insomnios.

 

Regrese por la trocha que hacen los indios en los siringales,
baje por los caminos colmados de hojas amarillas como ríos de oro,
me sumergí en la inmensidad silenciosa del olvido,

Entonces volví a mi patria, a mi vieja vida abandonada a la merced de los inviernos, retorne a las barracas donde nacen y mueren los hombres, con sus sueños grises de lodo, con sus ropas desdeñadas por la nostalgia, a los viejos aromas de café y yuca.

Volví al silencio triste de mis días.