Pasaba por la esquina de mi querido Iuna (sí, con I), pero esta vez desde otro lugar, desde otro momento, desde otro yo.. un poco desde más lejos, quizás.. más cómoda, mas liviana. (¿más liviana?)... Sin cargar con bolsos repletos de libros y objetos y cansancios, pero con carteras llenas de otras cosas (que a veces incluso pesan más).
Se me inundaron los ojos de imagenes y el alma de recuerdos, los oídos de música y la boca me sonrió inmensa. Hasta me puse nerviosa! hasta sentí por el cuerpo esa misma adrenalina, mezcla de ansiedad y agradecimiento que me recorría cada vez que me bajaba del bondi y caminaba toda la cuadra hasta llegar a la puerta.
Hoy desde el auto no pude frenar (no quise). A veces me pregunto qué hubiera... ? Pero antes de terminar la oración suelto el aire, mientras las palabras se diluyen con el viento.
De alguna forma extraño, de alguna otra forma sigo ahondando, deseando y proyectando lo maravilloso del arte como camino de vida, de alguna forma a veces me enojo y otras me hago las paces, pero hay algo intacto que nunca cambia, pese a las bifurcaciones, a la ciclotima, al ir y venir y volver, al apasionamiento en éxtasis o la tediosa rutina... y es el gran AMOR que siento por el TEATRO.