Un día llegará
no muy lejano
y aun así...
habrá de hacerse
nudo,
y en él...
ya no podrá
ni siquiera
recordarse...
en el invierno
elucubrado
y desaconsejado
del orgullo.
De vuestro angustiado
rostro...
surgirá
un inconfundible
vacío
ente tálamos
breves...
de lirio, boca
y azucena,
donde
la sombra
de su labio...
apenas
se nos declare
breve,
en la gracia
inconfundible
de su beso.
(II)
Mi lengua
se anudará
vencida...
en su desagradecida
y desestructurada
llama,
la desventurada...
garza de su beso
renacerá libre
y apenas deslazada,
en la marca
inconfundible
de su dicha...
allá donde
las estelas
desgastadas
de su rezo
se devanen
breves,
entre martinetes
reventados
por las cárceles
apenas declaradas
por su inestimable...
e inconfundible
ausencia.
(III)
Las arenas
humedecidas
del vacío...
algún día
se me anudarán
en su envanecida
hermosura,
mas allí estaré
un día más...
herido y grave
entre caderas
destiladas
fecundadas
de vanal
y sutil
indiferencia,
y en su ligera
y altiva desnudez
rezagadas...
por la gracia
inestimable
del olvido.
(IV)
Renacidos libres...
serán mis versos,
entre laudos
desnudados
de amapola...
donde
los pecios
de sus sueños
serán desangrados
en su tenacidad,
en la marca
inconfundible
de su beso...
apenas
desgastado
por su desubicado
y a veces
deslucido
aroma...
en la noche
inextinguible
de su adiós.