Entre tus dedos encontré mi corazón.
Con cada suspiro que dabas más acelerado era mi pulso.
Amada mía... ¿No crees que es tarde para irte?
Me tienes enjaulado en deseo.
Mi alma es tuya, mi vida es tuya.
No me dejes... que temo a la soledad.
Y en tu olvido no pretendo estar.