Los cerros venían bajando y bajando:
un tropel de paisajes perdidos,
un venir de encuentros redimidos
los tenía entre mis manos palpitando,
recibí el aroma de la ruta boca abierta
y a la cámara la dejé olvidada
en alguna vuelta donde acequia y piedras
hermanamente se besaban.
No tenerlos a todos aquí por un momento!
y ver juntos ese diamante de nieve
en la cumbre de tu cerro...
cerrar los ojos y guardar el agua que corre
brillando, el aroma a jarilla,
los colores cercanos de los verdes
a las orillas,
donde nacen las cumbres sin descanso
emergiendo de mi tierra
y emergiendo cabras pastando sin pastores
y vides y olivares abrazados
en el corredor de labradores
y doblando y volviendo a doblar
te miran nogales mientras al pasar
que miran al sol detrás.
Mi país tan grande, tan grande es tu belleza
como lo es tu pesar
como tus tierras dan y dan
mientras tu gente tiene poco pan.
Andando los kilómetros, no dejo de extasiarme
y preguntándome si somos realmente los dueños
de esta parte de América como tanto olvidado.
Solo quiero compartir este pequeño cuadro
de viaje sin lugar preciso
igual es precioso todo el paraíso.