Él tan arriba en las estrellas
Y ella tan bajo en las oceanías
Él tan rojo fuego
Y ella tan azul mar
Pero el destino lo quiso así
Por lo que, que podrías decir...
Había llegado la hora de decir adiós
¿Pero como hacer eso si no deseas irte nunca?
La Luna le había advertido a Isabelle,
que solo un deseo ella podía conceder,
a un alma pura cada mil atardecer.
La niña rompió en llanto,
pues no sabía que hacer,
¿Cómo podría esconderse de la luna
y llegar a hacerse pasar por una guerrera?
Tal desesperación, que se hechó a correr.
El Guerrero Intergaláctico Liam,
que nunca había visto una terrícola o niña,
se cautivó por su belleza y alma bondadosa,
él le entregó su mayor regalo de vuelta,
la amistad eterna de Isabelle.
La Diosa Luna, devolvió a Isabelle a la Tierra,
donde a veces, aún lograba escuchar a Liam hablarle,
y cuando sentía tal nostalgia, abría y contemplaba SU estrella,
pues aparte de su amistad, Liam le regaló su hogar.
Los amigos de mundos distintos,
entrelazaron sus destinos,
ella le escribía cartas y las quemaba,
él cantaba canciones y las ahogaba.
Así, en otra vida,
y en otros cuerpos,
ellos se vuelvan a recordar,
uno del otro,
con la esperanza,
de al fin poder,
estar juntos
y reencontrarse...
ELENA HAKKINEN