Vuelve que se marchitan mis labios,
las razones me vuelven mundano,
extinta la pasión en las rutinas,
auroras en grises me siguen,
mil estrellas en lágrimas se suicidan.
La luna grita por todas sus amigas,
me refuta palabras de odio
por cada una de mis pisadas,
no hay lágrimas en mi rostro,
en el espejo del cielo no me veo,
no hay reflejo allí a lo lejos,
huye mi sombra a tu castillo,
ya no hay lumbre en mi calor,
todo es invierno desde tu adiós.
Vuelve que se me va la vida,
las flores no tienen colores
se desfloran en cada verso,
las rosas rojas ya no existen,
el arcoíris sangra junto a las aves,
los árboles sabios me reclaman
me piden explicaciones por todo,
por la lejanía de tu presencia,
por la escritura que es nada
guardada en la poesía
que se quema en la taberna.
Sé que brillas en otros aires,
que tu risa se combina con otro,
las sabanas desconocidas te sienten
y en su blancura reciben tu orgasmo
aunque no es lo mismo
que cuando recorrías el ramaje
de mis sentidos y mi ser.
Vuelve a surcar los mares de mi cama
para montar así nuestra balsa
y conocer nuevos territorios de amor,
nuevos misterios del orgasmo,
sobre todo nuevas sonrisas
por las poesías que digo deprisa
agitado por tus infinitos labios
en su profundo deseo.