Cómo el viento al rozar mi cabello
llegaste y te esfumaste sin darme cuenta,
me acariciaste el corazón tan suavemente,
¡Tan sutil fuiste amor mío!
que perdí la noción del tiempo.
Esos dos segundos los quise eternos,
y si solo Dios sabe de eternidad
me jugaría la vida por preguntarle
dónde es que ahora estás.
Mi lamento es el tormento
de los fantasmas por las noches
¿ Y quién se lamenta más que ellos?
Este ser de carne y hueso
que por extrañar tus dulces besos
te busca en la mícera oscuridad
privado de su propia libertad.
Mi corazón me dice que no abandone
que te volveré a ver, que te volveré a tocar
y aunque hasta ahora no me perdone
te prometo amor mío que el día en que te encuentre
no te volveré a soltar.