Luis Eduardo Reyes Púa

Isabel

 

En el satén de tus cabellos canos se ha plasmado ya… “la fortaleza”.

¡Madre!... dulzura  y  delicadeza… ¡Madre!... eterna devoción me dan tus manos.

 

Cuantas veces yo, aquel niño extraño…buscó la quietud en tu regazo… aferrado a la dicha de tus brazos,

fue creciendo sin percibir los años.

 

Madre…

Y tú que me hablabas del tiempo, con la finura de tus sabias palabras.

¡Cuántas veces  pedí que te callaras!

¡Cuántas veces ignoré tus consejos!

 

 Y mírame… Madre…voy a viejo, abrazando a las simientes de mi pecho…

Mi corazón de niño está deshecho

¡Si supieras mamá como te extraño!