Y las buenas intenciones
dejándose trasquilar,
encerrando su voluntad en una uva
que bastará para alimentar la nada
cuando termine lo que nunca empezó.
Y la inutilidad de las lágrimas de arena
sonriéndole a un espejo roto...
suspesión de los minutos suspendidos,
vórtrice perdido, si sentido,
ecuación utópica de las sombras.
Y las sonrisas mal pagadas,
correspondidas por el silencio (necio)
verdugo, juez, compañero,
inseparable motor de los alientos,
corriente trasgresora de lo establecido,
el cuarto de los puntos suspensivos...
Y las malas intenciones dejándose comprar,
con entrada triunfal entre las luces,
tenues, discretas, errantes,
como si las llagas no hubieran orado
suficientemente claro para disgregar
la vida de la vida.