Me faltan cinco noches para olvidarte.
¡Basura!
¡¿A quién engaño?!
No me hace falta ninguna, me declaro total y absolutamente incapaz de olvidarte.
Es la estupidez más tremenda que he hecho, tratar de no extrañarte, ¿cómo se hace eso? Es indescifrable, te pienso todos los días. Pienso en tu bendita risa, tu bendita sonrisa, luce tan bella en tu rostro, luces tan bella cada vez que te miras distraída.
Hoy estoy jodida, tengo las manos pequeñas, el pecho hundido, la mirada pérdida. Estoy llena de incertidumbre. No hay orden alguno en mis ideas ¿Cuáles ideas? ¿Cuáles manos? ¿Las que escriben?... Ah si, ya no escriben más.
Sólo en esta cama me he desnudado tantos veces, me he roto el alma, estoy más cerca de la misericordia del hombre que se cree dios y es un bufón.
¡MENTIRA, CERCA DE NADA!
¡CERCA DE NI MIERDA!
Sí, de absolutamente nada y me culpan a mí, por no poder llegar a la ruta del norte, si ni me han dado un mapa, como si yo fuese brújula, como si yo supiese que la luna nace donde el sol aflora. Es muy tarde, usted es muy lenta, ha hecho un trancón en los rieles del tren, la gente está en caos, todo por su puta mierda, porque vos no vales una mierda, sos muy lenta, sos un retraso.
¡UN PUTO RETRASO!
No sé de donde llegan todas estas voces, voces que cuentan hasta tres y me esconden, mentiras, no me esconden, ellas huyen. Huyen con un cigarro en la boca. Malnacidas, maldito vicio que me mata.
Es una hecatombe, llevar el pelo en el rostro, llevarnos las manos al sexo ¡Que pecado! disculpe señora monja, disculpe señor obispo. No, claro que no. No me burlo de usted, yo soy muy seria, pero usted si se burla de mí, usted no me toma en serio, usted no me deja hablar.
¡Claro que no me persino!
Usted huele a porcino. Sí. A marrano y es un insulto para el marrano mismo. Señor marrano, disculpe la comparación, mis más sinceras disculpas. No creo, no creo. No sé. No creo. No me mire, no creo, las bestias me mantienen cautiva, mentira, no sé. ¿Será que si? Yo creo, yo lo sé, pero no me decido y soy la más cobarde. Necesito mi abrazo. Aquí me tengo, pero hay algo, no sé como llamarlo, hay algo.
Que pena.
¡Que va!
¡Pena de nada!
Yo no creo en su dios, he visto mucha maldad, no creo.
También me declaro gay, abiertamente AMO a las mujeres, pero específicamente a una. Su nombre es un valle y se ríe precioso. LA AMO A ELLA.
Y ya sé, no puedo ser normal, no puedo tener el mismo esquema que ustedes, porque yo si quiero ser libre, no quiero casarme y quiero seguir amándola a ella.
Es mi declaración.