CON SUS OJITOS CERRADOS
Su cara blanca de nácar
cubierta con su mortaja
y sus ojitos cerrados…
la niña yace en su caja.
La sala llena de flores,
¡ya no cabe ni una rama!
y las lágrimas de todos
por las mejillas resbalan.
Treinta dos años de vida
por la muerte arrebatada,
que vilmente la arrancó
cuando apenas comenzaba.
Era una blanca azucena
¡que ni el sol la molestaba!
temeroso de que el viento,
su verde tallo cortara.
Pero la muerte traidora
a estirado su guadaña
y a esa linda azucena
corto su tallo con saña.
Que dolor más doloroso
el alma le partirá….
a los padres que con pena
tiene al hijo que enterrar.
TRAR