Labios que sin pronunciar media sílaba ya construyen mundos,
forjan historias;
como herrero al acero que da forma a la artesanía.
Labios que hacen un llamado etéreo,
sin ser silbato,
sin ser campana,
desafían al matemático
infiriendo que uno mas uno es igual a uno.
Labios que sin ser tocados
acarrean vientos de extrañamiento,
invitación constante a predios de musgo fresco.
Labios; guarnición de bálsamos y dioses,
caudal de ternura, magia y aroma,
parábolas que hurtan imágenes al tiempo,
recónditos deseos brotan aquí y ahora.
¡Quiero probar de su savia!