Pido perdón a quien haya fallado,
aunque yo nunca he traicionado,
solo he mirado para otro lado,
ante quien previamente me ha decepcionado.
Pido perdón por no ayudar más a los demás,
estar siempre absorto en mis problemas,
en resolver disyuntivas y diatribas,
quizá menos reales y más imaginarias.
Pido perdón a los idealistas y valientes,
por ser muchas veces pragmático y suave,
pido perdón por a veces remar en mi trirreme,
sin mirar al resto de esclavos en su suerte.
Pido perdón a mi mismo,
por caer en el oscurantismo,
y creerme los desatinos de otros,
y no mirar la luz que lucha contra los cretinos.
Me revuelve a veces mi conciencia,
por no dar la razón a quien la tiene,
puede más mi instinto de supervivencia,
que mi ética y creencia en la justicia.
Pido perdón por no criticar más a esta sociedad,
podrida en muchas cosas,
que prima más la venta que la originalidad,
y más las arpías que las buenas personas.