Te esperaba como todas las tardes para tomar café, desde la planta alta de la cafetería pude ver la elegancia de tu cuerpo cuando te ibas acercando, pero por un momento te quedaste parada para entrar en un pequeño comercio.
Mis ojos no dejaban de mirar por la ventana, hasta que tu saliste con una bolsa, cruzaste la calle para subir a la cafetería, yo esperaba impaciente tu llegada, al llegar junto a mi nos besamos y me sorprendiste con el regalo de un libro que tanto tiempo he deseado tener, yo también tenía otro paquete para ti, pero te pedí que hasta la noche no lo abriera, al igual que tú me pediste.
Al llegar la noche y los dos ya estábamos en casa, descansando y conversando la jornada de hoy, de repente te dirigiste al dormitorio y a los diez minutos salía del mismo, pero con un juego de lencería y oliéndo a tu acostumbrado perfume Agua de Loewe, abrí tu regalo y era el libro tan esperado, nos abrazamos y nos besamos, y esa noche fue tan especial que entre el perfume, tu belleza, la sonrisa y el brillo de tus ojos, se fundió la noche y el día, pero fue una noche muy apasionada y llena de ternura.
© José Cascale Muñoz
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29 de Diciembre 2016