Me siento en tu recodo
y contemplo tu templanza.
respiro el olor a limpio,
me lleno con tus fragancias.
Escucho correr el agua,
entre remanso y cascadas,
siento envidia de los peces,
la libélula que pasa.
Los chopos que te adornan,
tu silueta delgada,
el junco que aunque se dobla,
yergue el orgullo en su estampa.
Las nubes coquetas miran,
su reflejo en tus aguas,
cambiando con sus mil formas,
en tu espejo su mirada.
Y esa golondrina vieja,
tan atrevida y osada,
que volvió esta primavera,
para morir en su casa.
Una perdiz calurosa,
bajó a beber de tu agua,
este año el calor,
no da tregua en la montaña.
La vida a tu alrededor,
es dura, pero da calma,
pues eres dador de vida
y de alimento a mi alma.
Dolores Egea( Lolaila)