Alberto Escobar

Pez Globo

 

 

Si no cocinas bien un Pez Globo te ocasiona la muerte
por envenenamiento más atroz que puedas imaginar:
Cuatro horas antes de morir inicias una cuenta atrás,
sumido en una total parálisis con plena conciencia.

Se dice que una buena parte de la femineidad china, si
no toda, tiene que conformarse, por imposición social,
con abandonar sus vidas humanas para convertirse en
muñecas.
Viven en una imbuida parálisis.

 

El peso de la cultura se me retuerce
como la serpiente pecadora.
Me agobia la gargánta hasta la mudez.
Estoy en la cintura de la vida.
Es el momento de osar alzar mi mano
para prender la daga salvadora, para
sajar la espina sinusoidal que presiona
desde que tengo uso de razón.

Le prometí al mar que sería su soldado.
Alzarme en vuelo para combatir piratas
que han entregado su garfios a cambio
de teléfonos móviles que los convierten
en corderos entregados al sacrificio.

¡Vayamos al fondo del asunto, camarada!
Agachémonos para aupar el orgullo que
nos erige todavía como álguienes.

No hemos sido concebidos para que unas
tablas de acero se ciernan sobre nuestras
cabezas, y nos circunden a flor de piel
como el ojo del Gran Hermano.

Mis entrañas siguen latiendo vivísimas.

No estoy para desperdiciar ni un julio de
energía en contentar al dragón que cuida
de nuestras ciudades desde la oscuridad
de su cueva.
Quiero dejar de palpar entre sombras.
Démonos de bruces con nuestra realidad.
Cojamos por las solapas a la ley que nos
empequeñece para controlarnos.
No queremos ser ovejas encarriladas.