De allende de los mares, compañero,
me ha llegado tu voz de savia y ola,
sonando en el tañido del acero,
con latido de mar y caracola,
de viento y vendaval y remolino,
candente y melodiosa barcarola.
Un huracán sonoro sobrevino
sobre la madrugada de la aurora,
aparatosamente, repentino.
Con una decisión real, sonora,
de ser simiente, surco y larga tierra,
y ser del aire amante seductora,
sonó tu corazón de loma y sierra,
vino con la palabra y la semilla
puesta sobre la faz que acoge y cierra,
donde germina y crece, lustra y brilla,
con tu fe jubilosa, tan profunda,
el fruto apetecido de la trilla.
Dispuesto en el verdor que te circunda,
sonando en el hulusi y la ocarina,
tu inmenso corazón, que todo inunda,
impregna, manantial y aguamarina,
convocando al reptil, (lagarto overo),
que escucha..., sube y baja, la colina…
Empieza suavemente el aguacero,
-monótono cantar de la natura-,
bucólico, clemente y placentero.
En esta paz se forja tu escritura,
a orillas del suspiro de la quena;
aquí, tu manifiesta arboladura,
desplegada en el viento, luce plena,
sobrevuela tu pecho, dulce y llano,
aquieta el alma, inquieta, y la serena.
¿Cómo te siento, hermano, tan cercano...?
Yo he sentido tu mano de poeta
y he sentido tu abrazo, cerca, hermano,
Y siento junto a ti, bullendo inquieta,
llegando con la brisa que la bate,
tu risa cantarina; ¡qué puñeta!:
tu siempre inseparable, amargo, mate,
que aromas con la flor de la melisa:
ilustre enamorado, tierno vate.
Bendigo la ocasión, aquí precisa:
esta ambición poética bendigo,
la conjunción de cielos sin premisa...
Y es que sabe tu verso a pan y a trigo,
a denodado esfuerzo, sal y brazos,
a lucha cotidiana, \"Hulusi\", amigo.
Escucho y miro al mar en los retazos
de tu paso y del mío… Recitando
¡me fundo y me confundo en los abrazos
que a través de las aguas vamos dando!
Autor: Deogracias González
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