Vienes y vas, tan callada;
se van pegando
tus palabras a mis ojos.
Caminas en un teclado inmóvil,
inaugurando una melodía
que baila para mi,
cada vez que vienes,
y también cuando te vas.
Por mis sueños paseas
dejando tu aroma,
hilos de tu vida
tejidos a mis pensamientos,
anudados a la respiración,
entrelazados,
dejando la certeza inequivoca
de tu presencia.
Para no perder tu huella,
anudo nubes
al vuelo de tu sombra,
pego luces a los besos
en esas noches diluidas,
porque cuando te extraño
es mucho lo que extraño,
en esos momentos,
cuando un poema
me atraviesa el pecho.