walter luis

Tandil

Sucedió en el feliz tiempo

que los indios adoraban

a la Luna y al sol,

les cantaban y danzaban,

y los dos en sus respuestas

les brindaban protección,

pero un día doliente

el rey sol palideció.

 

En su rostro con tristeza

la sonrisa se borró. 

Nunca hubo en los tiempos

un suceso tan extraño;

tal vez era un augurio.

 Y los rostros aterrados

observaban y rogaban

 por alguna explicación.

 

Un gigantesco puma

provisto de enormes alas

usando horribles zarpas

en un acoso terrible

en la inmensidad del cielo

quiso destruir al sol

que era de esas tierras

su bondadoso señor.

 

Miles de flechas volaron

con la clara intención

de acabar con ese intruso

que atacaba sin piedad

al rey de esas llanuras,

de los montes y los valles,

patrono de las cosechas

 y de lo bueno protector.

 

Flecha certera acertó

y la tan furiosa fiera

cayó sobre los campos

aunque no estaba muerta;

agonizaba rugiendo

en el suelo sacudida

mientras indios temorosos

la miraban desde lejos.

 

El crepúsculo llegó.

Repuesto de su estupor

recobrada su sonrisa

                                    el sol se fue a ocultar.

El cielo trocó colores

y así, llegadas las sombras

la luna iluminó

desde las hondas negruras.

  

El puma agonizaba

tendido en sus rugidos

y pidiéndole a la muerte

que acabara su martirio.

La luna compadecida

para acabar su agonía

grandes piedras le arrojaba

para alcanzar a cubrirlo.

 

Tantas piedras, tantas rocas

vistieron a la llanura

transformándola en sierra,

y una roca se clavó

en la punta de la flecha

que mató al fiero puma,

y ella fue la centinela

por los siglos de los siglos.

 

Bajo la enorme roca

quedó el espíritu del mal

prisionero, y al ver al sol

de rabia se estremecía

y sus bramidos tremendos

 al moverse hacían girar

a la roca suspendida

en la punta de la sierra.

 

Mas cuenta la tradición

un cuento de enamorados,

causa de la tragedia.

Tandil acusó a Mini

de traición,  y se ensañó

 condenando a la malvada

a convertirse en roca

y vigilar la monta

              - Mini, cuántas traiciones;                              

será ejemplo tu castigo,

lacerada hasta la muerte

bajo la luz de la luna.

- Ay, Tandil, mi corazón

                                    latirá en el peñasco                                    

conmoviendo a la montaña,

 en el correr de los siglos.

 

El encanto sucedió.

Desafiando al precipicio,

y a los rayos con orgullo,

huracanes, voluntades,

Mini en roca fusionó,

y en una pose arrogante

fue girando por los siglos

en movimiento constante.

 

Y fue un reto a los vientos

convertida en atalaya

vigilante de los puelches.

Mientras, la luna y el sol

volvieron a las alturas

en su viaje enamorado,

dejando este vergel

a su suerte y abandono.

 

Montañas, llanuras, ríos,

 y toda la creación

quedaron en lsoledad

sin el padre, sin la madre.

La piedra desamparada,

cansada, un día rodó

privándole a su pueblo

del lugar de adoración.

 

Hoy el sol envía calor

para ayudar a la vida,

la luna brinda su luz

protectora del amor.

Ésta es la tierra del  puelche

que habita en estos campos

ésta es la tierra del indio

que vive con su dolor.

 

(*) Fuente: Leyendas argentinas, de Neli Garrido de Rodríguez, editorial Plus Ultra