Surcaré el océano de tus noches,
seré una tormenta en el mar de tus sueños.
Navegaré tus desvelos invadiendo recuerdos
y susurraré palabras de amor ya olvidadas.
Cuando suspires y sin saber por qué,
te llevaré hasta donde tengo en custodia
una cita por siempre postergada
y esa llamada con mi suplica sin respuesta.
Caerán tormentas en las tardes de otoño
y maldiciones sobre los que todavía se aman.
Ahí estaré en cada madrugada puntualmente…
no podrás renunciar a recordarme.
Serás un árbol que nunca dará frutos
y los pocos que des serán frutos prohibidos.
Planeaste ser lo que debimos ser
apenas una escasa muestra de amor forzado,
el que se entrega solo en las tardes de penumbras,
con demasiadas noches de ausencias y de sombras.