Es la más ilustre de nueve hermanas.
Invisible y ¡tan hermosa!, casi irreal.
Hija, tal vez, de un ser divino, o artilugio,
de un genio infinito pero mortal.
¿En qué onírico jardín hallan quietud
las alas de mi musa más añorada?
Vibrando entre las cuerdas de la virtud
hacen suya la recompensa buscada.
¿Es por venturoso azar que renace
de las cenizas del silencio, cada día?
¿O es por la pasión y por la sed del oído,
que alimentan el fuego de su melodía?
Poco entiendo, aún con imaginación,
los secretos que la música encierra.
Sólo afirmo que no hay, en mi opinión,
arte más grande en toda la tierra.
J.B.M.