Ya había amanecido pero la oscuridad aún dominaba nuestro cuarto, en un momento sentí tu cara en mi pecho y con tus ojos cerrados no dejabas de besarme, te bese la frente tus ojos se abrieron y mi cuerpo abrazaste con mucha pasión.
Me aprisionó tu cuerpo pero mis brazos se liberaron y acaricie tu cintura con las yemas de mis dedos, de repente tu cuerpo se sentó en la mitad de mi cuerpo abriendo la bahía para que mi velero entrara con suavidad en el puerto.
Mis manos acariciaban tus caderas mientras tu cuerpo danzaba de alegría, nuestras manos fuertemente se juntaron formando un arco, mientras tus movimientos hacia arriba y hacia abajo nos hacían respirar profundamente a los dos.
El ambiente de placer y amor que existía en el cuarto. La luz del día lo estaba alimentando, me abrazaste y tus pechos se unían con los míos quedando nuestros cuerpos relajados por nuestra pasión, descansamos por unos momentos mientras el sol se asomaba por nuestra ventana, el día ya empezaba y la vida debe continuar.
© José Cascales Muñoz
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7 de Enero 2017