Al entrar a la habitación,
me doy cuenta que las cortinas
tiene los colores que me gustan:
rojo carmesí y el azul,
al lado de la entrada hay un baúl.
Hay un cuadro que no me gusta,
pues muestra la muerte de un toro
¡me indigna! y es indecoroso…
la muerte de ese animal es injusta.
Hay otro cuadro que al contemplarlo
-no sé la razón-, pero mucho me excita,
muestra a dos cuerpos desnudos,
de dos mujeres muy bonitas,
delgadas, senos pequeños y menuditas.
Resumo el cuadro, así: en caricias.
Una de ellas tenía la mano en sus senos,
lo disfrutaba, en su rostro se le notaba.
Pienso: “que rico ser ese terreno,
ser la arena donde está acostada,
ser ese deseo que la humedece,
que la hace sentir bien mojada”.
La otra, sus manos entre las piernas;
su rostro dibuja un fuerte dolor
y la excitación de haber llegado,
al deseo sublime, a un perfecto clímax.
También se ve el sol que las broncea,
calor que se mezcla con la ardientes que están,
que se funde en sus pieles ,
que hace una fiesta en ellas como carruseles,
y las hace sentir más alegres.
Me tiro a la cama excitado,
pensando en esas dos viejas,
que sin pudor,
exhiben lo hermoso de las mujeres:
su esencia, su fuerza y su intimidad.
Doy mil suspiros al aire y miro mi soledad,
pienso en la fragilidad del ser humano,
de lo importante que es sentirse amado,
porque todo eso hace parte de la felicidad.
Me pregunto ¿alguien querrá hacerme el amor?
O estar y conversar, puede ser del dolor.
Aunque disfruto al máximo la soledad
en esta habitación, excitado, poderoso,
¿alguien me calmara el deseo?
http://coaching-poeta.blogspot.com/2017/06/la-habitacion.html
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Autor: Millondurango
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