Recuerdo las palomas de tus besos,
y el árbol de tus cabellos.
Había ahuyentado tu melancolía,
tu corazón fue niebla,
entre mis brazos de pinos.
Recuerdo tu boca clara,
el trémulo trigo de tus dedos,
en mi creció la primavera.
El pájaro del alma
fue y vino enajenado.
Recuerdo la luna de tu frente,
y abajo los dos lagos soñadores,
en ellos mi reflejo
de un mundo apagado,
fue durmiente luto.
Ahora te has ido
como huyen las tempestades.
Mi sentimiento fue sacrificio,
mis anhelos, lluvias secas.
Nuestro amor fue sombra fría,
una rosa de barro,
una fragancia quebrada.