La religión es como el maldito tabaco,
una necesidad inventada por el hombre,
un poder supremo al que le dan nombre,
unos invocan a Marte y otros a Báco.
Lo peligroso es inventar una peligrosa afrenta,
usar la cruz o la luna como arma arrojadiza,
pues sabemos de antiguo que lo que está en liza,
no es la existencia divina sino una buena renta.
Por ello brindemos por todos los dioses,
o por ninguno, mejor brindemos a sol,
para que el día de hoy sea más largo.
Tú que a ningún dios o diosa conoces,
veneras al rey de los astros en un girasol,
mientras yo sin caballo no sé lo que hago.