Los relojes piden prestado mi tiempo
y notas y metros a esta melodía
que me suena, me late y pulsa todas mis sangres
y llena el pleno vacío que soy.
Me reclaman un laberinto de almas
y mil multitudes con una sola cabeza,
la pulsión constante de todos aquellos que contengo,
soy el todo y también una pieza.
Atravieso nocturno el encendido espacio de mí
y la Luna es mi piel perfecta.
Soy el futuro presente en un instante
que quizás atraviese esta arena.
Soy el pasado, esa ley irrevocable,
Me ahogo en este Río, y soy su cauce inagotable.