Mujer-niña, sonriente, estimulante,
como arroyo que corre en la mañana;
en ti la primavera soberana
manifiesta su vida desbordante.
Tu blancura es un reto que incitante
provoca mi pasión, real y humana.
Y aunque sé que te encuentras muy lejana,
yo siempre te recuerdo a cada instante.
Soy hijo de la Tierra; quiero amarte
y con frases sencillas conquistarte,
pues mi anhelo es gozar tu plena gracia.
Y aunque un muro muy alto nos espacia,
mi sueño proletario ha de alcanzarte,
a pesar de tu innata aristocracia.