El chigüire amaestrado
Aunque usted no lo crea . Que la verdad, no es cuento
Este cuento a manera de crónica va dedicado a los vecinos de la población de Mantecal quieres tuvieron la fortuna de conocer en sus inmediaciones a un señor de apellido Varillas, quien con mucho amor y destreza criaba chigüires, y no sólo eso, además de criarlos, los amaestraba, haciendo de sus instintos y comportamiento animales una verdadera función digna de un muy afamado circo, pero por supuesto, lo más asombroso es que lo hacía, sin necesidad de maltratarlos, domesticados estaban como fieles perros de compañía.
Tenía el mencionado sr. Varillas para la época de la década de los 90 del siglo pasado, en que realicé mis estudios de postgrado en la citada población, aproximadamente una docena de estos animalitos que en la región son muy codiciados por el valor de su carne en época de semana mayor, y ya últimamente en cualquier época del año.
El ingenio era tal de Don Varillas que utilizada cualquier cantidad de objetos para hacer que los roedores los manipularan muy hábilmente, un silbato que al sonarlo hacía que los animales se acercaran hacia él como mansos canes, una pelota que transportaban y metían en un cesto, un aro grande por el cual pasaban el fila muy ordenada, y otros tantos artificios y números espectaculares que a su público muy selecto dejaba fascinado,… y digo selecto, pues eran en especial turistas de otros países que acostumbraban a venir de los lagos de Mérida y abonaban en dólares al mencionado amaestrador por la muy divertida función su buena mesada.
Visita al sr Varillas que estaba incluida en la bitácora de las muy frecuentes excursiones programadas y orientadas por las empresas de turismo de aventura hacia los llanos de Apure legendario, eran turistas que venían en la mayoría de los casos de países nórdicos, fascinados por la variedad de nuestra muy abundante avi-fauna a la que le disparaban en su remanso natural de préstamos y lagunas con sus flashes de cámaras digitales.
Escenas que recuerdo con nostalgia, de las cuales hoy ni circo, ni chigüires en la fauna o en los grandes hatos (el hato “El Frío” era emblemático), mucho menos turistas, de eso no nos queda nada, el voraz socialismo con su mente destructora hizo desaparecer esa muy curiosa e increíble función para imponer su circo de malvadas bufonadas.
A continuación el cuento de marras prometido:
Un abogado iba por la ruta de Elorza hacia el Táchira, luego de las fiestas patronales por la tercera semana del mes de marzo en lo más criollito del mapa, cuando vio que cruzaba un pequeño chigüire.
Se paró, lo recogió y lo puso en el maletero de su flamante camioneta 4x4.
Unos kms más adelante lo detiene una comisión de la Guardia Nacional para revisión de rutina.
Al revisar el maletero ven al chigüire y le dicen:
– “Esto es un delito, un atentado contra la fauna. Está prohibido transportar animales silvestres, usted está en serios problemas.”
El abogado conociendo las mañas de atraco y extorción de los guardias, calmadamente dice:
– “Usted se equivoca. Esa es mi mascota doméstica. Además la crio desde que nació. Tanto es que me obedece fiel y ciegamente. Si lo sueltas, yo le silbo y vuelve corriendo.”
El guardia que hace el procedimiento de rigor no le cree. Y le dice al abogado:
– “Si el chigüire le obedece como usted dice, yo lo dejo ir en libertad plena. Si no lo hace, será procesado.”
– “Suéltelo y lo comprobará usted con sus propios ojos” le dice el abogado.
El guardia suelta al chigüire, y el animalito se mete inmediatamente y sin dar tiempo a que lo vuelva a atrapar, muy raudo al monte.
– “A ver, silbe y haga que el chigüire vuelva”
El abogado le mira y pregunta:
– “¿Cuál chigüire, de qué chigüire me habla usted, sr oficial?”
Moraleja de la historia:
Para un avaro guardia en comisión bien vale un creativo abogado y su imaginación.
No pretendas incriminar a un leguleyo pues cuando tú vas a elaborar el alegato de acusación, ya él viene de vuelta con la boleta de excarcelación.
Un abogado tiene mil formas de hacer desaparecer una evidencia o el cuerpo del delito, y encima de eso, hacerte creer que no sabe ni cantar ni silbar…
Adivinanza Nro. 10
De mi familia de roedores soy
el más fortachón y grandulón
pariente de la lapa y el castor
de la ardilla y del pequeño ratón.