RENUNCIA
I. DESPOJADO DEL CUERPO
Desalojo mi cuerpo.
Desde ahora mi alma no tiene refugio,
deambula por pensamientos oscuros
desorientada
por pasillos interminables de olvido,
teniendo, a veces de abrigo, tejado de estrellas.
Roto mi acerado cordón umbilical.
Aparezco indefenso ante paredes enemigas
obligándome a caminar desnudo.
Siento palabras duras,
combinadas de desprecio;
me enfrento a fuentes que fluyen sólidos,
me atragantan.
Finjo no tener necesidad,
aparezco ante multitud tan contento.
Aparento lo perfecto.
Recibo halagos, doy como respuestas
palabras que congratulan,
que expresan cordialidad en desuso.
En inviernos de indiferencia me consumo;
el frío cadavérico traspasa mi sensible ser
a cada momento, todos los días.
Voy solo,
vuelvo triste.
Aterrado de angustia flaqueo.
Echo de menos mi cuerpo.
Ya es tarde.
Hasta el final de esta vida
y durante una próxima,
seguiré desnudo, temeroso.