Por Alberto JIMÉNEZ URE
Cuando fui sin mi cuerpo
En el Universo todo se agitaba:
Sucedían explosiones cósmicas,
E irrumpían «supernovísimas»
Y seres más o menos «humanos»
En un planeta que llamamos Tierra.
Yo no había nacido,
Pero Dos hacían lo necesario
Para que ese parto se produjese:
Y soy consciente de cuanto ya es
Sin mi voluntad ni representación.
Quienes me precedieron
Tuvieron hábitos, creencias,
Fueron cazadores y presas,
De súbito enemigos o fraternos […]
Heme aquí sin permiso
De Nadie porque Dos
Tampoco informaron
A Ninguno en instantes
Cuando apareándose
Otros escuchaban jadeos.
Aun cuando urdieron
Criminar mis pensamientos
Relacionados con tantos asuntos
Letalmente ridículos e insostenibles,
No hay asuntos que perdonar a Ellos.
Tampoco pediré disculpas
A Dos, Tres, Nadie y Ninguno
Por cada una de mis actuaciones
En este circo paranormal en el cual
Todos somos una «puesta en escena»
Cuando fui sin mi cuerpo
No hubo querellas entre partes
De la Totalidad donde los sonidos,
Colores y actos de prestidigitadores
Eran el mundo que igual mío alucinante.
Cuando fui sin mi cuerpo
Viajaba, pensaba y existía
A la velocidad de la luz:
Motivo por el cual
Siempre aguardo
A idiotas que intentan
Aventajar [nos] en magias.
Sólo les anuncio que contaré
Y antes de pronunciar a Uno
Ya Ellos han desaparecido.
Según Nada, Nadie y Ninguno
Narran a quienes son espectadores,
La Magia es demasiado auténtica para dejarla
En manos de quienes se afirman «ilusionistas»