Dí mi nombre
sin pena ni remordimiento
si te llegan a preguntar
por ese amor
que lloró por ti,
pero dí mi nombre
sin mirar al suelo
ni aguantar el llanto
pues ya no te queda
el papel de martir.
Te preguntarás
-¿Porque tan resentido?
Es que ya no creo
en promesas falsas.
No seré un don Juan
ni el mejor parecido,
pero yo también
sé cambiar de amor
aunque a tí te duela,
y si los celos te queman
nada puedo hacer,
los días corrieron
y se volvieron años,
ya la fecha llegó
y éste amor caducó.
Dí mi nombre
sin mirar al cielo,
ésto no trascendío
ni se volvío un lucero,
no encontrarás mi voz
en las noches tristes.
Ya comprendí
que el tiempo no dá espera.