El ayer del campo,
claro clavel de mis tristezas.
Un océano de luz sobre los prados,
yo vagando con mi infancia,
pequeño saltamontes.
El ayer que se me ha ido de las manos,
cayó como una estrella
cae en lo oscuro.
Ya mis andares se durmieron
en el vago cosmos
del alma.
Ese entusiasmo de flores y cielos
fue un otoño de cenizas.
Yo iba como un cometa
por montes y senderos,
con el júbilo en la garganta,
y en el pecho un mar de gozo.
¡El ayer, ah, un ave sin vuelo,
mi corazón en una barca!
Niño montaraz corriendo sin rumbo,
hoy la luna en sus ojos duerme,
el tiempo le dio niebla de promesas.
Sin los campos y sin mis nubes,
sin mis montes y sin el trigo,
invierno soy. En mi pecho hay tormenta,
ya la angustia es un encierro,
ya es crepúsculo la razón .