Edmundo Onofre

BAJO EL ÁRBOL

BAJO EL ÁRBOL

 

Bajo el árbol de las letras duermo,

bajo su sombra yazgo...

Estoy en paz, encantado,  perceptible;

descanso plácido y sereno... satisfecho.

Mientras descanso bajo su frondoso follaje,

mientras me recreo mirándole

me pongo a soñar en tantas cosas...

imagino todo grandioso.

Veo nítidamente poemas que  alimentan,

canciones entretenidas que mecen,

palabras  me introducen en esferas celestes.

Bello soñar.

Mi rostro recibe  mensajes legibles

que se dibujan en él,

proyectándose uno a uno,

haciendo que mi vista se colme

de tanta belleza.

 

Mi vista inmóvil se acerca a túneles verdes,

a vegetales puros e inocentes:

me transportan a diálogos con sabios filósofos

y a contar... a contar con mi dedo

sólo cuestiones extraordinarias.

Bajo el árbol, bajo mi árbol

me sumerjo en el silencio, nada me perturba;

yazgo, entonces, en paz... contento

adquiero valor, fortaleza, sabiduría,

me elevo a lo sumo, a lo excelso. 

 

Mi cuerpo y  mente navegan por lo perfecto,

no siento errores ni equivocaciones.

Luz infinita me lleva por senderos

directos a la verdad;

aplico sólo  sensibilidad y  sentido común,

no hace falta nada más.

 

Para traspasar feos recuerdos

bebo de manantiales letrados,

de frutos que caen

como lluvia perfumada,

y  van directo a mis pensamientos,

alojando en forma voluntaria.

 

Para reposar, para vivir de verdad

me voy bajo el follaje del árbol de las letras,

me vitaliza...  

nutre... su dócil brisa, los mensajes elocuentes,

y su savia generosa.

 

Para caminar, reposo.

Para transitar,  descanso.

Para vivir,  medito...

Me tiendo bajo el árbol de las letras

y así, lleno de sabiduría,

colmado de granados conocimientos,

me siento capaz de vivir feliz

a través de los tiempos.