Bajo el árbol de las letras duermo,
bajo su sombra yazgo...
Estoy en paz, encantado, perceptible;
descanso plácido y sereno... satisfecho.
Mientras descanso bajo su frondoso follaje,
mientras me recreo mirándole
me pongo a soñar en tantas cosas...
imagino todo grandioso.
Veo nítidamente poemas que alimentan,
canciones entretenidas que mecen,
palabras me introducen en esferas celestes.
Bello soñar.
Mi rostro recibe mensajes legibles
que se dibujan en él,
proyectándose uno a uno,
haciendo que mi vista se colme
de tanta belleza.
Mi vista inmóvil se acerca a túneles verdes,
a vegetales puros e inocentes:
me transportan a diálogos con sabios filósofos
y a contar... a contar con mi dedo
sólo cuestiones extraordinarias.
Bajo el árbol, bajo mi árbol
me sumerjo en el silencio, nada me perturba;
yazgo, entonces, en paz... contento
adquiero valor, fortaleza, sabiduría,
me elevo a lo sumo, a lo excelso.
Mi cuerpo y mente navegan por lo perfecto,
no siento errores ni equivocaciones.
Luz infinita me lleva por senderos
directos a la verdad;
aplico sólo sensibilidad y sentido común,
no hace falta nada más.
Para traspasar feos recuerdos
bebo de manantiales letrados,
de frutos que caen
como lluvia perfumada,
y van directo a mis pensamientos,
alojando en forma voluntaria.
Para reposar, para vivir de verdad
me voy bajo el follaje del árbol de las letras,
me vitaliza...
nutre... su dócil brisa, los mensajes elocuentes,
y su savia generosa.
Para caminar, reposo.
Para transitar, descanso.
Para vivir, medito...
Me tiendo bajo el árbol de las letras
y así, lleno de sabiduría,
colmado de granados conocimientos,
me siento capaz de vivir feliz
a través de los tiempos.