Cuando Caín mato a Abel empezó la política.
Luis Sepúlveda
La Política es un arma cargada de futuro,
como la poesía, también de presente y
de pasado, aunque todo tiempo pasado
dicen que fue mejor.
Es verdad que todo lo que nos concierne
se va licuando de manera progresiva.
Las estructuras sociales, que anteayer
eran sólidas y rígidas como palacios,
se aligeran a nuestra vista como un
témpano de hielo que se despide del
invierno.
Cierto es que el mejor de los mundos que
ha disfrutado el ser humano nos asiste
en estos momentos, y nos asistirá a mejor
con el paso de la arena que abarrota los
efímeros relojes, y que lo que antes era un
constructo sacrosanto hoy es cuestionable.
Los dogmas son asaltados, por fortuna, por
carecer de la argamasa adecuada para
agarrarse a las entrañas de las costumbres,
y si estos son discutidos, lo serán, por
efecto mariposa, cualquiera de las
instituciones que rigen nuestra vida, por
muy robustas que sean.
La Política es un ser vivo que acoge las
formas convenientes, cual Proteo revelado,
a la realidad que debe atender.
Los políticos de ahora son, como debe ser,
un reflejo de la sociedad a la que sirven, y
esta sociedad que nos envuelve hogaño es
líquida, es agua, y por tanto nos es más
connatural que la que nos precedió.