Eres el espejo que a mi piel delata
en el enjambre ondulante de tus senos
El pecado que gime como lluvia de
alabastro entre tus piernas
La fábula que late entre mis sábanas aferrada a mis estatuas
entre antifaces
inciensos
y lunas llenas
La sábila que mis dedos derrochan en el levitar de tu vientre...
en el letal sonido que provocan nuestros cuerpos.