Nathalia Padilla

LA VERDAD

La verdad es una cosa, que de reproches ya tengo muchos ejemplos; que decidí que si no vivo estoy muerto.

 

Que los caminos son inciertos, que de tu mano ya no quiero, que con tu pelo me inquieto y que si no sonrio estoy muerto.

 

Que soy una caja de sorpresas, que un amigo se encuentra donde menos se espera, que de canciones habla mi cabeza y que de los compromisos ya no tengo certeza.

 

Que sin magia me quedo estático, que me asombra todo lo mágico, que las estrellas son mi mayor consuelo; y que si no me apasiono estoy muerto.

 

Que el amor es mi motor, y que un abrazo es un suspiro entrelazado; que la vida es un espejo y que si no despierto, estoy muerto.

 

Que la casualidad no existe, que me rodean los personajes exactos, que la perfección está implícita, y que quiero siempre darle la razón a tu sonrisa.

 

Que los detalles solo se perciben estando alerta, que sin mi alma gemela mi luz es incierta, que no soy yo quien siente, y que mis sentimientos se envanecen a veces.

 

Que las miradas duelen, que de querer olvidar ya tengo suficiente, que mis células se convierten; que si no creo, nadie miente.

 

Que con tus ojos me quiero ir, que tengo miedo de partir, que con tus caricias voy a vivir, así esté lejos y me faltes aquí.

 

Que regresaré con el corazón más fuerte, que volveré dispuesta a quererte, que me limpiaré de rencores y que es verdad que eres el amor de mis amores.

 

Que la esencia es mezclar las sensaciones, es aceptar desilusiones, que crecer es sobrellevar las emociones y sobretodo que la inocencia no me abandone.

 

Que quiero ser feliz y perpetuar la simplicidad, que quiero conocer más bondad y sinceridad, que quiero ver mis ojos brillar; que quiero volver a amar!!.

 

Que quiero paisajes de colores, que quiero hundirme en resplandores, que quiero sumirme en tus labios y que quiero mil besos mojados.

 

Que quiero salud, ver mi cuerpo respirando, que mi piel se vaya acoplando y que tu naturaleza se extienda entre mis manos.

 

Que no dejaré que me opaquen los orgullos, tanto los míos como los tuyos, que no me adentraré en banalidades, y que daré valor a todas mis tonalidades.

 

La verdad es simple, que de errores ya he aprendido, y que si muero; aun así, me sentiré vivo.