A la luz más pura, tus ojos son monumento,
culpables de que no exista la oscuridad perpetua,
mundos fugitivos que hurtan el silencio;
grito infinito el de la soledad suya.
Son balada a las distancias que devoran
de música derramada en tardes soñolientas,
senderos son, donde huyen los crepúsculos
hasta morir, y en sus orbitas aguardan renacer.
Son tus ojos, mapas tal vez,
de donde quizá, el sol nació;
el aliento de la estrella que se niega a morir,
un puñado de universo que en tus pupilas quedó.
Son su gesto, su color, sin exagerar,
tanta poesía, y palabra en la que se puede entrar
en gusto figurativo, emotividad al corazón;
se vacían tus ojos, no de llanto, más si de amor.