Estos remanentes internos describen el cuadro:
El crispado mal tercio revuelve en sus mangas de camisa.
Sólo lo perdido puede ser hallado.
Vos, que estás en alguna parte, caminando a tu ritmo, tarareando;
Vos, que saltás de tablero en baraja acaudalándote de intrigas;
Vos, que no terminás de leer lo que se ha inscrito en los huesos.
Retrocedé despacio, las manos donde pueda verlas.
Si la rueda gira sola, yo aquí me bajo.
Abramos fuego a indiscreción, ahorrémonos las pantomimas.
Válgame el presente, envenenándome de ensoñaciones.
Válgame las propuestas detenidas en el umbral.
Válgame el tiempo que estoy perdiendo-
Porque debe haber una forma de hallar todo lo perdido-
Siempre una manga oculta algo, aunque sea vacío.
Pinceladas de furia, las lenguas cansando el aire que mueven.
Sobran palabras que no bastan para llevarme a tu boca.
Sobran palabras que auscultan las murallas remachando las grietas.
Sobran palabras que fusilan el momento y luego escapan.
El día rejuvenece en negro, saludándonos.
La falla contiene al triunfo como a un hijo entre las mantas.
Este invierno nos carcome a ambos. Duermes para no verme.
Dentro de toda encrucijada se abren las ficciones.
Dentro de toda debacle los pájaros aprenden su vuelo.
Dentro de toda armonía germinan todos los inconformismos.
Pero hay reacciones que preceden a la acción, adivinándola.
Estas escrituras soportan como cuerpos una herida.
Quien nada requiere, logra la misma plenitud que un muerto.