Amanece
en la noche cristalina,
y aún de estrellas
se engalana...
y se me anuncia,
desnudando la belleza
de su rostro...
entre rosas desgastadas
por sus preces,
deslazando
el invierno sin herida...
en la copa diamantina,
del cristal inadvertido
en que se vierte.