Hubimos Intentado detener el cuadro
Que nos conmovió hasta el chapoteo
De sueños que flotaban en vastos puñados
De indómitas joyas con la intención única
De Aprisionar la luz primera o la última
llama que llevábamos como emblemas
tras el pecho. Abrimos las manos
como si el amor fuera el último sorbo
para hacer ameno el camino amado.
Pero la belleza se nos escurre de las palabras
y quedamos con los recuerdos del agua
y el fuego entre los cuerpos que fuimos.
Por eso volvemos a este oleaje profuso
a este mar de calma que es la celestial sonrisa
de lo amado y procuramos entregarnos
de cerca. Ya sin condiciones al paisaje humano.
El amor de hombre a su encuentro con lo divino. Respondo
A este llamado contemplativo. Todo afuera pretende ser
volcado al alma y yo te entrego gozoso mis sentidos, fuera
de todo tiempo soy parte del inconmensurable cuadro vivo.