El sonido de mi música
no es sólo cuestión de acústica,
antes de la nota tónica
entre la orquesta sinfónica,
viene la inspiración mística
que crea una escena artística.
Fluye del ambiente lúdico
con un toque claro y único,
es un personaje crítico
nace y muere en torno cíclico,
aunque no es un verso clásico,
tiene de ellos beneplácito.
El sonido de mi música,
aunque a veces suene rústica
tiene notas estratégicas,
que se tocan tan enérgicas
desde el alma en forma lírica,
porque algunas son empíricas.
El sonido de mi cántico,
traspasa desde el Atlántico,
rodea todo el Pacífico,
su sonido tan magnífico,
lleno de paz y de júbilo,
se apaga y enciende de súbito.
Mi música y versos épicos
calculados, milimétricos,
desde vacíos a históricos,
en mixolidio y en dórico,
entremezclando lo típico,
exagerándome en lo íntimo.
De último el último y lo último,
es público para el público,
con una ilusión de mi óptica,
que va de cuerda a ilógica,
es música intergaláctica,
con rítmica octosilábica.
Música y verso libérrimo,
con el viento son genéticos,
son amigos, más no súbditos,
deleite y manjar del músico,
sed, hambre y vida la tríada,
como verso nota y sílaba.
Puedes ver su toque mágico,
sentir su aliento aromático,
tan refrescante y armónico
como de un amor platónico,
lo haces tuyo y es un éxito,
de la magia es todo el crédito.