He menguado,
Mis flaquezas me han tumbado,
Ahora estoy, abatido en el subsuelo
¡A punto de hundirme en el fango!
Debajo de mí, siento el Hades
Tan ardiente como aquella estrella
a la que le gira el orbe.
Mis demonios solo esperan que
me apuñale la zozobra,
Pero un susurro con su tono meloso
repite constantemente:
¡Mantened el temple!
¡Sed tan duro como el roble!
“Aunque caigas doblegado,
Habrá camino mientras respiréis, forastero,
Porque cada respirar es un rechazo al sueño eterno;
Fenecer:
Lo único que no tiene reparo.
Así, pues, levantad vuestra fortaleza
y seguid, alzad el rostro;
Ten el corazón tan fuerte como el roble,
caminad sin miedo alguno, sin redoble”.