Decirlo todo sin decir nada:
al mirarse a los ojos
al no ver más allá
al brillar las pupilas
en la oscuridad.
Y entonces pensar:
¡No quiero verte marchar!
Hay química,
hay conexión,
pero sobre todo
hay amor y un gran corazón.
Demostrarlo todo sin una palabra:
al abrirse de brazos
para evitar el rechazo
y buscar un abrazo
limpio, leal
lleno de compasión y fidelidad
al acudir a la ayuda
sin necesidad de esperar órdenes
sino por propia voluntad.
Al admirar en silencio los gestos
y sonreír descaradamente
y mirarse a los ojos
y ruborizarse
¡Qué importa!
Tú ya has hecho suficiente
demostrándomelo valientemente.