Dejadme seguir así
y que los tiempos se pasen,
y que la aurora me mire
y la mañana me abrace.
Que vayan mis tristes versos,
envueltos en vendavales,
y que mis musas me digan
el bosque donde besarme.
Un cuchillo me han clavado
sobre mi templo de carne,
y dos copas de veneno
han derramado en mi sangre.
Maldita sea el poeta
que vive sin ideales,
y en cada verso nos venda
sus mentiras por verdades.
Huye de mi débil sombra,
no beses más mis altares,
ni bebas más de mis copas,
ni jamás toques mi cáliz.
.Maldita sea el poeta
que vive sin ideales,
y en cada verso nos venda
sus mentiras por verdades.
Ahora ya no importan las tardes encendidas,
y que el poniente vista sus soles de esplendor,
¿y para qué me valen los astros que he pedido?
¿el beso de mis venas?
¿y el manto virginal?.
Ya no quiero elegías del vientre de la tierra,
ni el llanto de tu pecho que puede ser carnal,
yo amo la tristeza coral de hermosos cantos,
la bella luz y sombra
y el gran amor de Dios.
¿A caso tu escondrijo sendero de las lobas
no puede ser camino de un túnel sin final?
¿A caso fuiste antes la Venus de mis cantos
la ninfa y Artemisa,
de mi pulido amor?
Nostalgias escribiste sobre el abismo roto,
la necedad llevaste a gusto de un placer,
las nubes has quemado, las noches encendiste,
la boca del desierto
apagará tu voz.
No quiero que tu vista empañe mis cristales,
no quiero que me sirvan las sendas de tu piel,
no quiero ver tu pecho encima de mis hombros,
ni brisas de tus ojos
que rocen mi final.
Fco. de Sotavento