Su herencia nos condena a la indiferencia
los años malditos de la historia
nos obligan a odiar
y no aprendemos, y no enseñan.
La calle se convierte
en un cuadrilátero de lucha
no nos miramos a los ojos
¡Ya no confiamos en nadie!
La desinformación nos ahoga
en el maldito mar de la ignorancia
los líderes que luchan amanecen asesinados
por fusiles cargados de avaricia.
El abrazo de la gente no se escucha
pero las balas retumban en los noticieros
buscamos la paz
y la manera de no matarnos más.
En las cocinas del pueblo
hierve el agua de panela
para alimentar nuestras almas
con estómagos vacíos y repletos de miseria.
Nos roban el suelo y el cielo
nos mienten todo el tiempo
pero seguimos creyendo y rezándole al cielo
como si algún día fuese a bajar un milagro
a darnos comida y solucionarnos la vida.