Los antígüos telares, que había en el pueblo
que daba de comer a muchas famílias
con sus estruendosas máquinas día a día
hilando con sus peines la suave tela
máquinas que son historia, tambíen
quienes la usaban, abandonados quedan
ya no producen, se exporta, no importa
ni la calidad, ni las personas buenas
recuerdo cuando chiquíllos, el alboroto
del estruendoso ruido, corriendo
nos asomábamos a las polvorientas ventanas
para ver un montón de hierros y tablas
esambládos, donde carretes grandes de hilos
se trenzabán, haciendo rollos erguidos
de distintos colores, y las tejedoras
afanándose en sus curtidos, trabajaban
horas y horas, entre telas, hilos y ruido
el ruido se oía a un kilómetro, repartido
vaya trabajo duro, y mal pagado, y arriesgado
como el gusano haciendo capullos
desaparecieron hace muchos años
solo queda el local y las máquinas polvorientas
la calle de los telares, que casi nadíe recuerda
y parece que fué ayer, aún suenan en mis oídos
el ruido del telar y las voces de la mujeres
aquellos antigüos talleres, descansan en paz...