Alguien grita desconsolado en el desierto,
pues sabe que no es el único anacoreta,
él habla a todo lo que vive como un poeta,
no esconde nada es un libro abierto.
Le empujaron muy lejos de su cuna,
pero sus palabras no se las llevó el viento,
le debemos por sus versos eterno agradecimiento,
no buscó el dinero, en la poesía tuvo su fortuna.
Naranjos y jazmines,
de su imaginario edén,
compañeros de su soliloquio.
Decídme con quien,
pasea por solitarios jardines,
de donde viene el musical coloquio.