Quiero tenerte cerca, tan cerca que te respiro
esa fragancia del cielo que llevas abajo la piel.
Me pierdo, me hipnotizan todos tus sentidos
perdido cual gato buscándose su cola al revés.
Tu boca es una invitación a olvidar lo terrenal,
aprender del sentido más celestial de lo divino,
es fuego y pasión que derrocha humedad real
aflorando en otros labios el sabor de tu castigo.
Esas siluetas representan camino sin caminos
llevando a donde todo no empieza ni termina;
esa la autopista infernal que te doto el destino
para que cual mortal me pierda sin la vaselina.
Tus montes son el altar donde le rezo a diario
a quien te creó, para agradecer tanta beldad;
de día son imponentes torres do brilla lo ario,
de noche, imponentes faros cual fastuosidad.
Y, al final del camino, se halla el paraíso único
dónde solo los predilectos han podido llegar;
procuro no ser el primero pero si ese último
haga tu mundo junto al mío de flores brotar.