El mar
se destierra...
tácito y feroz,
hiriéndome
despacio...
vertido
de azucena,
un ave
enamorada...
se oculta breve,
en su mandrágora...
de impávida
deshora,
entre heterodoxas
fuentes
desgastadas...
por sirenas
huecas,
heridas
por su beso...
en el marco
inquebrantable
del crepúsculo.
.